Justo Donde Quiero Estar

Para mí, la música son emociones.

Es un vehículo que me permite compartir contigo lo que siento, y a la vez es una forma de conectar conmigo misma.

Es difícil expresarlo con palabras, porque es un sentimiento muy profundo.

Pero te lo puedo explicar con un ejemplo.

Piensa en algo que te encante hacer. 

En algo que te apasione, aunque no sepas explicar por qué. 

En algo que, cuando lo haces, piensas: “Aquí es justo donde quiero estar”.

Seguro que hay algo así, ¿verdad?

Para mí, es la música.

Amor y Miedo

Yo me enamoré de la música con 9 años.

Cuando mi padre empezó a enseñarme a tocar canciones populares de Paraguay con la guitarra.

Me parecía increíble que se pudiera crear algo tan hermoso sólo con tus manos.

Y ese sentimiento me acompañó durante toda mi infancia y mi adolescencia.

Aunque, como la mayoría de adolescentes, durante esa etapa no tenía las cosas muy claras.

Sentía que amaba la música, y que me encantaría dedicarme por completo a ella, pero había cosas que me frenaban.

Para empezar, mi familia quería que estudiara algo “de provecho”.

Tampoco teníamos recursos económicos para que yo me dedicara 100% a la música.

Y, por último, yo misma tenía miedo de que siendo una chica en Paraguay tendría pocas oportunidades para hacer una carrera como músico profesional.

Cuando El Amor Se Transforma En Pasión

Aún así, seguí mi instinto y con 15 años me apunté a la Escuela de Rock de Paraguay.

No tenía guitarra eléctrica, así que empecé con una guitarra paraguaya de mi papá.

Era un poco raro ir a la escuela de rock con una guitarra paraguaya, pero no me importaba.

Yo era feliz igual.

Porque lo único que quería era tocar.

Aunque en esa época no tenía mucho tiempo para practicar, porque aún estaba estudiando en el High School.

Pero igual dedicaba todo mi tiempo libre para llegar a ser una buena guitarrista algún día.

Al final, conseguí una guitarra eléctrica. De las más baratas.

Pero para mí fue la mejor guitarra del mundo!

Tenía 16 años, y le dije a mi profesor de la Escuela de Rock que yo quería escuchar música sólo de guitarra.

Y mi profesor me pasó un disco para que lo escuchara.

Era el G3 de Joe Satriani, Steve Vai y Eric Jhonson.

Recuerdo que llegué a casa súper emocionada.

Apagué todas las luces, puse el disco y me acosté al lado del altavoz.

Y escuché todo el disco.

Y lo que sentí fue galáctico.

El amor que sentía por la música se transformó en una pasión que me invadió por completo.

Y ahí sentí, muy fuerte, que eso era lo que quería hacer con mi vida.

Porque cuando el amor se transforma en pasión, nada te puede parar.

O eso creía…

Mi Peor Enemigo

Porque el miedo puede ser tu peor enemigo.

Y te puede alejar de tus sueños.

Por mucha pasión que tengas.

Yo lo comprobé muy pronto.

Con 18 años, cuando estaba a punto de graduarme de High School, mi madre me dijo que tenía que estudiar una carrera universitaria.

Y, de nuevo, volvió el miedo a no ser capaz de desarrollar una carrera como músico profesional.

Así que me matriculé en la universidad de química.

Aprobé los exámenes y me pasaba el día estudiando.

No tenía tiempo para nada más.

Recuerdo que un día estaba estudiando mucho, un tema de matemáticas, y vi mi guitarra en un costado de mi cama.

Y dije: “Voy a tocar un poco”.

Y toqué hasta quedarme dormida.

Al día siguiente ya no aguante más y le dije a mi madre que iba a ser guitarrista profesional. 

No importaba lo que pasara.

Enfrentando Los Retos

Cuando tomé la decisión firme de ser músico profesional, empezaron los verdaderos retos.

Al principio, mi entorno no me apoyó.

Aunque no los culpo, porque ellos tenían el mismo miedo que yo.

Miedo a que no hiciera lo correcto y desperdiciara mi vida.

Y nadie quiere eso para sus seres queridos.

Pero igual fue duro empezar sin ese apoyo.

Yo también sentía ese miedo.

La diferencia era que yo ya estaba convencida de que ese era mi camino.

Y estaba 100% determinada a seguirlo.

A pesar del miedo y de todos los retos que hubiera.

Porque los retos apenas estaban empezando.

Poco Dinero Y Mucho Trabajo

El siguiente fue el reto económico.

Yo quería contratar a un profesor bueno para aprender bien.

Pero vengo de una familia humilde.

Mi padre era plomero y mi madre tenía una tiendecita.

Así que no tenían dinero para poder pagarlo.

Y yo tampoco era tan buena para poder trabajar como músico profesional aún.

Así que tuve que trabajar en otras cosas.

Trabajé de anfitriona en un local de cumpleaños infantiles, por 2.50 USD la hora.

También trabajé haciendo fotocopias en una librería, los 7 días de la semana.

Prácticamente vivía ahí.

Luego fui asistente de fotografía, maquilladora, trabajé ayudando a mi mamá en la tienda…

¡Cualquier cosa que me ayudase a conseguir un poco de dinero para poder pagar mis clases!

Fue una época difícil.

Porque sólo tenía tiempo para practicar después de haber estado todo el día trabajando.

Y eso hacía que me costara mucho esfuerzo avanzar.

Lidiando Con La Inseguridad

Uno de los retos que más trabajo me ha costado superar ha sido mi propia inseguridad.

Yo era muy tímida.

En clase siempre ponía el volumen de mi amplificador al mínimo para que no se me oyera mucho.

Y en los conciertos me moría de miedo de tocar frente a la gente.

Yo sabía que si no superaba esa inseguridad nunca llegaría a ser guitarrista profesional.

Así que decidí estudiar y practicar muy duro para conseguir estar más segura de mí misma.

Pasé años estudiando solfeo, coro, teoría musical, armonía, ensamble de jazz, historia de la música… 

Y, sobre todo, guitarra. Tanto clásica como eléctrica.

Tuve profesores muy buenos. 

Y poco a poco fui sintiéndome cada vez más segura de mi misma al tocar.

Aunque tengo que reconocer que tuve otra gran ayuda para superar la inseguridad.

Y esa ayuda fue el deporte.

Empezar a entrenar me ayudó mucho con la disciplina y con la seguridad en mí misma.

Al final, la inseguridad es algo que afecta a todas las facetas de nuestra vida.

Y el deporte es una de las cosas que más me han ayudado a superarla.

Tocando Para Dos Borrachos

Durante varios años me metí en muchos proyectos de grupos.

Todos fracasaron.

Casi no había público.

Y nunca gané un peso.

Tocaba gratis. 

Y pagaba yo la cena, el estacionamiento, la sala de ensayo, el equipo…

Todo era gasto.

Aun así lo hacía.

Porque era lo que amaba.

Pero siempre hay un límite para todo.

Y recuerdo perfectamente el mío con esos proyectos.

Un día el show se retrasó más de la cuenta, y vino a recogerme mi papá en el auto.

Cuando llegó, estábamos tocando.

Y sólo había de público dos personas ebrias.

Y, cuando volvíamos en el coche, me dijo:

“Loi, ¿en serio te preparas tanto, y te arreglas, y vas a la peluquería, y trabajas para comprar el equipo, y te matas a practicar… para eso? ¿para tocar para dos borrachos?”

Y ahí tuve otra crisis.

Porque sentí que, si seguía así, nunca iba a poder tener una carrera como guitarrista profesional.

Cuando No Te Rindes

Creo que hay una cosa que está por encima de todo si quieres convertir tus sueños en realidad.

No rendirte.

Porque los retos no pueden vencerte si no te rindes.

Y eso es lo que hice yo.

Seguí luchando, a pesar de todos los retos.

Nunca me rendí.

Y, poco a poco, la lucha fue dando sus frutos.

Mi entorno empezó a apoyarme cuando vieron que la música era realmente mi pasión.

Conseguí superar la inseguridad a base de mucho estudio y práctica. Y gracias al deporte.

Seguí tocando en grupos, hasta que me reclutaron para tocar en una Big Band, con uno de los mejores cantantes de Paraguay.

Monté mi propia banda, Bloody Mary, con la que empezamos a tener más público que con los anteriores proyectos.

Incluso me surgió un contrato para ir a tocar una temporada larga a Qatar.

Ya ganaba suficiente dinero como músico para poder dedicarme sólo a ello.

Parecía que mi carrera como guitarrista profesional por fin iba a empezar.

Pero el destino tenía otros planes…

Empezando de Cero Otra Vez

Cuando parecía que todo iba a despegar, empezó la pandemia.

Se cancelaron todos los shows.

Y también mi contrato para tocar en Qatar.

En ese momento sentí que todo mi esfuerzo se estaba viniendo abajo.

El confinamiento fue muy duro.

No poder salir a ver a mis seres queridos, ni a hacer deporte, me deprimía.

Por suerte, aunque me contagié 2 veces, no tuve consecuencias graves.

Pero igual fue una época dura.

Al cancelarse los shows, volví a quedarme sin ingresos.

Y, como mucha gente en esa época, tuve que volver a empezar de cero.

Serendipia

“Circunstancia de encontrar por casualidad algo que no se buscaba”

Esa es la definición de serendipia.

Y eso es justo lo que me pasó a raíz del COVID.

Cuando todos mis planes se vinieron abajo, pensé que podría dar clases de guitarra online para ganar algo de dinero.

Y ahí empezó la magia.

Empecé a tener alumnos que estaban muy ilusionados cuando venían a tocar.

Incluso en esos momentos duros de confinamiento, la música era como un oasis en el que se sentían bien.

Un refugio en el que conectar con sus emociones y olvidarse por un momento de la difícil situación que estábamos pasando.

Entonces empecé también a compartir más música por redes sociales.

Y vi que tenía un efecto parecido.

Descubrí que la música tiene un potencial enorme para ayudar a la gente a sentirse mejor en esos momentos difíciles.

Y ser parte de eso era muy gratificante para mí.

Durante muchos años estuve 100% enfocada en estudiar y practicar sólo para ser mejor guitarrista.

En mejorar mi técnica y mis conocimientos.

Pero en los años de pandemia descubrí que lo que me hace realmente feliz es compartir mi música contigo.

Y poder ser parte de algo que te ayude a sentirte mejor.

Aunque sólo sea un poquito.

Ese es mi verdadero propósito.

Y estoy muy agradecida por tener la oportunidad de hacerlo realidad.

¿Y Ahora Qué?

Cuando tienes claro tu propósito, es más fácil definir tus siguientes pasos.

Ahora estoy trabajando en varios proyectos.

Todos 100% alineados con el propósito de compartir mi música contigo.

El primero que verá la luz es mi primer disco.

The Journey.

Y me hace mucha ilusión invitarte al lanzamiento.

Será un evento en directo en el que compartiré contigo todas las experiencias que he tenido desde que era sólo una niña que soñaba con tocar la guitarra, hasta ahora.

Y cómo esas experiencias se han transformado en las canciones de este disco.

Ha sido un largo camino.

Con muchos fracasos, y algunos éxitos, que me han convertido en la guitarrista que soy hoy.

¿Te gustaría acompañarme en el viaje?

¡Espero que sí!

Besos & Rock n’ Roll.
Loi.

Justo Donde Quiero Estar

Para mí, la música son emociones.

Es un vehículo que me permite compartir contigo lo que siento, y a la vez es una forma de conectar conmigo misma.

Es difícil expresarlo con palabras, porque es un sentimiento muy profundo.

Pero te lo puedo explicar con un ejemplo.

Piensa en algo que te encante hacer. 

En algo que te apasione, aunque no sepas explicar por qué. 

En algo que, cuando lo haces, piensas: “Aquí es justo donde quiero estar”.

Seguro que hay algo así, ¿verdad?

Para mí, es la música.

Amor y Miedo

Yo me enamoré de la música con 9 años.

Cuando mi padre empezó a enseñarme a tocar canciones populares de Paraguay con la guitarra.

Me parecía increíble que se pudiera crear algo tan hermoso sólo con tus manos.

Y ese sentimiento me acompañó durante toda mi infancia y mi adolescencia.

Aunque, como la mayoría de adolescentes, durante esa etapa no tenía las cosas muy claras.

Sentía que amaba la música, y que me encantaría dedicarme por completo a ella, pero había cosas que me frenaban.

Para empezar, mi familia quería que estudiara algo “de provecho”.

Tampoco teníamos recursos económicos para que yo me dedicara 100% a la música.

Y, por último, yo misma tenía miedo de que siendo una chica en Paraguay tendría pocas oportunidades para hacer una carrera como músico profesional.

Cuando El Amor Se Transforma En Pasión

Aún así, seguí mi instinto y con 15 años me apunté a la Escuela de Rock de Paraguay.

No tenía guitarra eléctrica, así que empecé con una guitarra paraguaya de mi papá.

Era un poco raro ir a la escuela de rock con una guitarra paraguaya, pero no me importaba.

Yo era feliz igual.

Porque lo único que quería era tocar.

Aunque en esa época no tenía mucho tiempo para practicar, porque aún estaba estudiando en el High School.

Pero igual dedicaba todo mi tiempo libre para llegar a ser una buena guitarrista algún día.

Al final, conseguí una guitarra eléctrica. De las más baratas.

Pero para mí fue la mejor guitarra del mundo!

Tenía 16 años, y le dije a mi profesor de la Escuela de Rock que yo quería escuchar música sólo de guitarra.

Y mi profesor me pasó un disco para que lo escuchara.

Era el G3 de Joe Satriani, Steve Vai y Eric Jhonson.

Recuerdo que llegué a casa súper emocionada.

Apagué todas las luces, puse el disco y me acosté al lado del altavoz.

Y escuché todo el disco.

Y lo que sentí fue galáctico.

El amor que sentía por la música se transformó en una pasión que me invadió por completo.

Y ahí sentí, muy fuerte, que eso era lo que quería hacer con mi vida.

Porque cuando el amor se transforma en pasión, nada te puede parar.

O eso creía…

Mi Peor Enemigo

Porque el miedo puede ser tu peor enemigo.

Y te puede alejar de tus sueños.

Por mucha pasión que tengas.

Yo lo comprobé muy pronto.

Con 18 años, cuando estaba a punto de graduarme de High School, mi madre me dijo que tenía que estudiar una carrera universitaria.

Y, de nuevo, volvió el miedo a no ser capaz de desarrollar una carrera como músico profesional.

Así que me matriculé en la universidad de química.

Aprobé los exámenes y me pasaba el día estudiando.

No tenía tiempo para nada más.

Recuerdo que un día estaba estudiando mucho, un tema de matemáticas, y vi mi guitarra en un costado de mi cama.

Y dije: “Voy a tocar un poco”.

Y toqué hasta quedarme dormida.

Al día siguiente ya no aguante más y le dije a mi madre que iba a ser guitarrista profesional. 

No importaba lo que pasara.

Enfrentando Los Retos

Cuando tomé la decisión firme de ser músico profesional, empezaron los verdaderos retos.

Al principio, mi entorno no me apoyó.

Aunque no los culpo, porque ellos tenían el mismo miedo que yo.

Miedo a que no hiciera lo correcto y desperdiciara mi vida.

Y nadie quiere eso para sus seres queridos.

Pero igual fue duro empezar sin ese apoyo.

Yo también sentía ese miedo.

La diferencia era que yo ya estaba convencida de que ese era mi camino.

Y estaba 100% determinada a seguirlo.

A pesar del miedo y de todos los retos que hubiera.

Porque los retos apenas estaban empezando.

Poco Dinero Y Mucho Trabajo

El siguiente fue el reto económico.

Yo quería contratar a un profesor bueno para aprender bien.

Pero vengo de una familia humilde.

Mi padre era plomero y mi madre tenía una tiendecita.

Así que no tenían dinero para poder pagarlo.

Y yo tampoco era tan buena para poder trabajar como músico profesional aún.

Así que tuve que trabajar en otras cosas.

Trabajé de anfitriona en un local de cumpleaños infantiles, por 2.50 USD la hora.

También trabajé haciendo fotocopias en una librería, los 7 días de la semana.

Prácticamente vivía ahí.

Luego fui asistente de fotografía, maquilladora, trabajé ayudando a mi mamá en la tienda…

¡Cualquier cosa que me ayudase a conseguir un poco de dinero para poder pagar mis clases!

Fue una época difícil.

Porque sólo tenía tiempo para practicar después de haber estado todo el día trabajando.

Y eso hacía que me costara mucho esfuerzo avanzar.

Lidiando Con La Inseguridad

Uno de los retos que más trabajo me ha costado superar ha sido mi propia inseguridad.

Yo era muy tímida.

En clase siempre ponía el volumen de mi amplificador al mínimo para que no se me oyera mucho.

Y en los conciertos me moría de miedo de tocar frente a la gente.

Yo sabía que si no superaba esa inseguridad nunca llegaría a ser guitarrista profesional.

Así que decidí estudiar y practicar muy duro para conseguir estar más segura de mí misma.

Pasé años estudiando solfeo, coro, teoría musical, armonía, ensamble de jazz, historia de la música… 

Y, sobre todo, guitarra. Tanto clásica como eléctrica.

Tuve profesores muy buenos. 

Y poco a poco fui sintiéndome cada vez más segura de mi misma al tocar.

Aunque tengo que reconocer que tuve otra gran ayuda para superar la inseguridad.

Y esa ayuda fue el deporte.

Empezar a entrenar me ayudó mucho con la disciplina y con la seguridad en mí misma.

Al final, la inseguridad es algo que afecta a todas las facetas de nuestra vida.

Y el deporte es una de las cosas que más me han ayudado a superarla.

Tocando Para Dos Borrachos

Durante varios años me metí en muchos proyectos de grupos.

Todos fracasaron.

Casi no había público.

Y nunca gané un peso.

Tocaba gratis. 

Y pagaba yo la cena, el estacionamiento, la sala de ensayo, el equipo…

Todo era gasto.

Aun así lo hacía.

Porque era lo que amaba.

Pero siempre hay un límite para todo.

Y recuerdo perfectamente el mío con esos proyectos.

Un día el show se retrasó más de la cuenta, y vino a recogerme mi papá en el auto.

Cuando llegó, estábamos tocando.

Y sólo había de público dos personas ebrias.

Y, cuando volvíamos en el coche, me dijo:

“Loi, ¿en serio te preparas tanto, y te arreglas, y vas a la peluquería, y trabajas para comprar el equipo, y te matas a practicar… para eso? ¿para tocar para dos borrachos?”

Y ahí tuve otra crisis.

Porque sentí que, si seguía así, nunca iba a poder tener una carrera como guitarrista profesional.

Cuando No Te Rindes

Creo que hay una cosa que está por encima de todo si quieres convertir tus sueños en realidad.

No rendirte.

Porque los retos no pueden vencerte si no te rindes.

Y eso es lo que hice yo.

Seguí luchando, a pesar de todos los retos.

Nunca me rendí.

Y, poco a poco, la lucha fue dando sus frutos.

Mi entorno empezó a apoyarme cuando vieron que la música era realmente mi pasión.

Conseguí superar la inseguridad a base de mucho estudio y práctica. Y gracias al deporte.

Seguí tocando en grupos, hasta que me reclutaron para tocar en una Big Band, con uno de los mejores cantantes de Paraguay.

Monté mi propia banda, Bloody Mary, con la que empezamos a tener más público que con los anteriores proyectos.

Incluso me surgió un contrato para ir a tocar una temporada larga a Qatar.

Ya ganaba suficiente dinero como músico para poder dedicarme sólo a ello.

Parecía que mi carrera como guitarrista profesional por fin iba a empezar.

Pero el destino tenía otros planes…

Empezando de Cero Otra Vez

Cuando parecía que todo iba a despegar, empezó la pandemia.

Se cancelaron todos los shows.

Y también mi contrato para tocar en Qatar.

En ese momento sentí que todo mi esfuerzo se estaba viniendo abajo.

El confinamiento fue muy duro.

No poder salir a ver a mis seres queridos, ni a hacer deporte, me deprimía.

Por suerte, aunque me contagié 2 veces, no tuve consecuencias graves.

Pero igual fue una época dura.

Al cancelarse los shows, volví a quedarme sin ingresos.

Y, como mucha gente en esa época, tuve que volver a empezar de cero.

Serendipia

“Circunstancia de encontrar por casualidad algo que no se buscaba”

Esa es la definición de serendipia.

Y eso es justo lo que me pasó a raíz del COVID.

Cuando todos mis planes se vinieron abajo, pensé que podría dar clases de guitarra online para ganar algo de dinero.

Y ahí empezó la magia.

Empecé a tener alumnos que estaban muy ilusionados cuando venían a tocar.

Incluso en esos momentos duros de confinamiento, la música era como un oasis en el que se sentían bien.

Un refugio en el que conectar con sus emociones y olvidarse por un momento de la difícil situación que estábamos pasando.

Entonces empecé también a compartir más música por redes sociales.

Y vi que tenía un efecto parecido.

Descubrí que la música tiene un potencial enorme para ayudar a la gente a sentirse mejor en esos momentos difíciles.

Y ser parte de eso era muy gratificante para mí.

Durante muchos años estuve 100% enfocada en estudiar y practicar sólo para ser mejor guitarrista.

En mejorar mi técnica y mis conocimientos.

Pero en los años de pandemia descubrí que lo que me hace realmente feliz es compartir mi música contigo.

Y poder ser parte de algo que te ayude a sentirte mejor.

Aunque sólo sea un poquito.

Ese es mi verdadero propósito.

Y estoy muy agradecida por tener la oportunidad de hacerlo realidad.

¿Y Ahora Qué?

Cuando tienes claro tu propósito, es más fácil definir tus siguientes pasos.

Ahora estoy trabajando en varios proyectos.

Todos 100% alineados con el propósito de compartir mi música contigo.

El primero que verá la luz es mi primer disco.

The Journey.

Y me hace mucha ilusión invitarte al lanzamiento.

Será un evento en directo en el que compartiré contigo todas las experiencias que he tenido desde que era sólo una niña que soñaba con tocar la guitarra, hasta ahora.

Y cómo esas experiencias se han transformado en las canciones de este disco.

Ha sido un largo camino.

Con muchos fracasos, y algunos éxitos, que me han convertido en la guitarrista que soy hoy.

¿Te gustaría acompañarme en el viaje?

¡Espero que sí!

Besos & Rock n’ Roll.
Loi.

¿Me acompañas en The Journey?

Passion, Sports & Rock N’ Roll

©2022 Loida Liuzzi – Privacy Police

002C3
003